Es curioso cómo las estaciones y aeropuertos están
llenos de palabras.
Es muy fácil encontrar el amor. Si te fijas, está en
todas partes; es algo así como la omnipotencia de vivir. Por un tiempo decidí
dejar de verlo, cerrar los ojos y hablar de Melancolía. No me funcionó. Llevo siendo
yo mucho menos de lo que me gustaría y aún hoy, estudio cada uno de sus
matices. ¿Por qué el 90% de las canciones hablan de amor? ¿Por qué hay un
millón más de resultados que de cualquier otra palabra? ¿Por qué hablamos de
cicatrices, dolor y odio cuando nos referimos a su contrario? ¿Por qué “Yo” ha
sido buscada en internet un millón de veces más que “Tú”? ¿Qué pasará con “nosotros”?
Estamos muertos de miedo. Nadie tiene ganas de
enamorarse, nadie pone la mano en el fuego por nadie, nadie asume el riesgo.
Hay que ser muy valiente hoy en día para hablar de compromiso. Para aceptar,
canalizar y evadir cada uno de los calificativos que te van a ser impuestos por
dar el paso. Nada es demasiado importante, bonito o efímero como para que valga
la pena romperse. Ni revolucionario, ni maduro, ni tolerante. Nada ni nadie.
Lo acepto, lo respeto y no lo comparto. No deberíamos
sentirnos cohibidos por amar. No deberíamos sentirnos extraños en un mundo que
no se para a ver más allá de su centro de gravedad. ¿Desde cuándo el número 2
se convirtió en el símbolo de la Dependencia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario